sábado, 3 de mayo de 2025

Cúpulas y escalas

1. El premio a la secuoya más alta es una nube que siempre está a un palmo de su copa. 
2. A los dioses los encuentra no quien corona la cumbre sino quien se adentra en la niebla. 
3. De lo que ya sabemos cómo es ¿para qué hablar tanto? Mejor hablar de lo otro. 
4. El hombre de acción nada de frente para ver el horizonte; el contemplativo nada de espaldas para ver el firmamento. 
5. Hay dos tipos de monstruos: los que combaten su fealdad rodeándose de belleza y los que combaten la belleza rodeándola de su fealdad. Y dos tipos de héroes: los que salvan a los primeros con un beso y los que nos salvan de los segundos con una espada. 
6. Un milagro no es una suspensión de lo natural, sino una manifestación de lo sobrenatural. 
7. Al final todas las músicas, menos la de las esferas, acaban cansando.
8. La gracia es el azar que no respeta sus reglas. 
9. Todo es casualidad, pero el cielo la aprovecha para la providencia. 
10. Al final todas las músicas, menos la de las esferas, acaban cansando. 

(HOMO MYSTICUS, Jesús Cotta)

 

domingo, 27 de abril de 2025

Engolado y campanudo

Engolado y campanudo, qué buenas dos palabras. ¿A quién se le habrán ocurrido? Son tetrasílabas, como corresponde a la gente engolada y campanuda. Esa secuencia –gol- dicha con la boca redondeada es de gente muy engolada, y la U de campanUda, ¿no tiene un eco de gente que se cree muy importante? Los fonemas están cargados de fuerza expresiva porque no son sonidos accidentales que se nos han ocurrido, sino que son producidos por unos órganos cuya función exclusiva es hablar, y he aquí que esos órganos están el cuerpo de la única criatura de la tierra que sabe poner nombre a las cosas del universo. El universo entero, con su potencial sonoro y su forma de ser, está vibrando en ellos. Chispean las estrellas cada vez decimos su nombre.

 

miércoles, 23 de abril de 2025

Éter, de Demetrio Fernández Muñoz

He disfrutado leyendo Éter (edit. Apeadero de aforistas), el último libro de aforismos de Demetrio Fernández Muñoz. No son aforismos en el sentido de sentencias con un sentido cerrado e independiente de las otras; más bien fragmentos de greguerías, o apuntes para poemas, o esos fragmentos misteriosos en que nos han llegado las iluminadas revelaciones de los primeros filósofos, que escribían en verso. ç

La estructura del librito está muy elaborada, con aforismos encadenados unos con otros por el uso de una misma palabra, y cada parte lleva uno de los cinco nombres con que el griego antiguo, y eterno, se refería al amor. El título mismo, Éter, parece referirse al quinto elemento, el que había entre las estrellas, el que expiramos al morir, el que nos permite tener en este cuerpo viviente una chispa de logos que nos conecta con el Logos cósmico. 

Abundan los aforismos que usan como recurso la antítesis luminosa, aquella que es más que un juego, aquella donde la aparente contradicción da lugar a un equilibrio de contrarios. He aquí una gavilla de esos aforismos concienzudamente fragmentarios: 

órbita sin rumbo, la del corazón 

dirige el timón de tu veleta 

nos corre la misma sangre por el espíritu 

terrestres, pero azules 

les ruge el silencio a las cascadas 

sí, no maneja otro adverbio la naturaleza 

primavera, matemáticas atiborrándose de vida 

vida y milagro deben ser sinónimos

 

domingo, 20 de abril de 2025

Adiós a mi cuerpo

Y aquí en la voz del buen poeta Carlos Javier Morales:  

ADIÓS MI CUERPO
Adiós, casa con vistas al espacio 
alzada por amantes incontables 
sobre todos los céspedes, 
mi barro modelado por el Tigris 
con músculos que crecen por la noche 
cuando ululaba el búho, 
el árbol bendecido por la lluvia 
donde a ocultas celebran las ardillas 
la fiesta del solsticio, 
adiós, adiós, y gracias por las olas 
cuando el sol nos bajaba por la espalda 
con sus tarros de miel, 
por el gozo del aire en tus pulmones, 
en tus labios el pecho de mi madre, 
en tu abrazo la llama, 
por convertirme en oro cuando ríes, 
por tus cosquillas, tu dolor, tu vértigo, 
por tu espina dorsal, 
por el agua rompiéndose en tu calva 
y cayendo en cascadas por tus dedos 
porque le gustas mucho. 
¿Cómo te brillan tanto cuando corres 
en cada gota de sudor los besos 
con que te hizo mi padre? 
¿Las flores que serás tendrán la chispa 
de estas neuronas tuyas que se saben 
sus nombres en latín? 
Adiós, que ya me llevan otras manos 
y a ti con manos verdes te retiene 
la madre de la hiedra. 
Nos veremos muy pronto no sé dónde 
y el universo entero está intranquilo 
hasta que vuelva a unirnos. 
Tú estarás repartido en la floresta 
y entonces el amor que lo hizo todo 
te vestirá de gala, 
y árboles infinitos con sus hojas 
mecidas por las brisas transparentes 
susurrarán tu nombre.

(Gorriones de acera, Jesús Cotta) 

martes, 15 de abril de 2025

CÓMO DESCRIBE HOMERO EL INSTANTE DE LA MUERTE

No sólo como el cese del movimiento visible, sino como el inicio del movimiento invisible, y por eso no se limita a dar fe, como un notario, de lo que se ve por fuera, con un simple: «El guerrero murió», sino que, como un poeta, nos revela también lo que pasa por dentro: «y su alma salió de sus miembros llorando, porque dejaba un cuerpo vigoroso y joven», ¿o acaso se podría expresar sin tanto dinamismo ese hito de nuestra existencia en que un poder que desconocemos irrumpe en nuestro templo viviente y nos exilia hacia no sabemos dónde? Del mismo modo que, cuando vimos arder Notre Dame, veíamos también la belleza salir llorando de las llamas, porque el soporte donde ella habitaba se venía abajo, así también Homero ve el alma huir llorando del cuerpo cuando cae el templo donde ella habitaba; no es la imaginación quien le ha sugerido esa imagen tan dinámica, sino la lucidez.